El 31 de diciembre de 2019 la felicidad embargaba a todas las personas en Colombia y alrededor del mundo recibían una nueva década, el año 2020; año de retos, de cambios y de nuevos proyectos. Con expectativa, esperanza y alegría cada uno de nosotros trazamos planes e iniciamos positivos un año que venía cargado de sorpresas.
Mientras todo esto sucedía el mismo 31 de diciembre de 2019, al otro del mundo en Wuhan China, se identificó por primera vez una enfermedad respiratoria nueva denominada Covid-19, la cual se caracteriza por síntomas como fiebre, tos seca, cansancio congestión nasal, el dolor de cabeza, dolor de garganta, diarrea, entre otros. Está enfermedad se propaga principalmente de persona a persona, y lo más grave es que cualquiera de nosotros sin saberlo podría ser huésped del virus dado que también se podría dar en personas asintomáticas.
Habían pasado ya varios meses desde que la Organización Mundial de la Salud – OMS, anunció la magnitud de la enfermedad a nivel mundial, pero con el infortunio, que es países como el nuestro y otros de América Latina era impensable que nos iba a afectar teniendo en cuenta la distancia del cerco epidemiológico. Sin pensar que esto podría ser cercano a nosotros, se presenta el 6 de marzo de 2020 el primer caso en Colombia y pasados cinco días, el 11 de marzo del mismo año la OMS declara Pandemia mundial por la enfermedad Covid-19, lo cual enciende las alarmas del Gobierno Nacional declarando Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica en todo el Territorio Nacional.
Todo lo anterior, conllevo iniciar una cuarentena obligatoria sin previo aviso dado que todo esto llegó muy rápido; los aeropuertos cerraron, los eventos se cancelaron, los colegios enviaron a sus estudiantes a “Colegio en Casa”, y las empresas algunas cerraron y otras iniciaron “Trabajo Remoto”. La incertidumbre se empieza a apoderar de los pensamientos de cada persona, sin saber qué acciones tomar, como actuar y que camino coger.
El COVID-19 por el momento no tiene vacuna específica, solo tratamiento de los síntomas; por consiguiente, era necesario tomar decisiones frente a cómo prevenir y mitigar el riesgo de contagio. Razón por la cual el 24 de abril de 2020 el Ministerio de Salud y Protección Social promulga la Resolución 666 de 2020 con el fin de adoptar el protocolo general de bioseguridad para todas las actividades económicas orientado a minimizar los factores que pueden generar la transmisión de la enfermedad.
Lo anterior, genera una esperanza para la reapertura y reactivación económica, sin embargo, más allá de dar cumplimiento a dicha resolución y a la distinta normativa que se ha venido generando de forma específica por sectores económicos en materia de protocolos de bioseguridad, las empresas y diferentes organizaciones están en un proceso de transformación de su cultura, integrando la bioseguridad como un factor crítico de éxito para generar confianza y seguridad en el intercambio comercial y social.
La bioseguridad llego para quedarse, se requiere que todas las partes de la cadena de valor comprendan que, para continuar operando, se necesita de un compromiso mutuo y solidario que responsabilice a cada una de las partes a gestionar el autocuidado como un pilar fundamental para el crecimiento y desarrollo organizacional; más allá de un documento, más allá del cumplimiento y siempre pensando que como seres humanos somos responsables de nuestra propia existencia y de promover un mensaje de esperanza para continuar desarrollando nuestras actividades, tal vez no como antes pero seguramente cada vez mejor.
La invitación es avanzar y no frenarse, a considerar que, si elegimos cambiar formas de actuación y de funcionamiento, esto nos llevará una real transformación empresarial que asegure la sostenibilidad y continuidad, se requiere consciencia, uso de buenas prácticas y pensar que la bioseguridad facilitará este nuevo comienzo.
Por:
Yenni Alexandra Prieto
Directora General
REDYP Consultores SAS
27 de Julio 2020
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